Unas rosas de sangre por cada aniversario
Unas rosas de espinas por cada reconciliación
Unas rosas de terciopelo por cada lágrima robada
Y unas rosas de rojo luto en su adiós
El agua no alimenta
El agua no salva a una rosa moribunda
El agua de hielo corta sus suspiros
El agua no salva, ahoga lentamente, mata
Los rezos no sirven de nada
Esa figura no cobra vida ni hace sentir paz
¿Es ésa su cara? me pregunto
¿Son ésas sus lágrimas?
Sólo siento mis lágrimas correr
Y siento haber pedido una y otra vez auxilio
Haber pedido auxilio a un dios
A un dios que dejó correr sus lágrimas
Dos manos entrelazadas y unas rodillas sangrantes
Los ojos llorosos y el corazón siempre sumiso
Ante un vástago cruel que castiga al amor
Que somete, degrada, doblega...
Tras la tempestad, las gracias porque por hoy todo ha pasado
Las gracias en aquella diminuta habitación, un mundo distinto
Enjugando la humedad de sus mejillas se siente niña
Niña por un sufrimiento que la ahoga, niña de luto, niña que llora
Unos pechos fragantes la amamantaron
Ésos que hoy se secan, se corrompen, se pierden
Rememora sus abrazos, su compañía, su paciencia
Ésa que tuvo con todo y que no le sirvió de nada
Hoy le dice adiós pidiéndole perdón por sus oraciones
Porque no la ayudaron, la dejaron expirar sin refugio
La justicia es sólo una palabra, el amor un cuento
El sufrimiento fue su vida y hoy es mía la pena
Publicado por
MARÍA JOSÉ BERBEIRA RUBIO (Castelldefels) en su blog dondehabiteelolvido-airama
No hay comentarios:
Publicar un comentario