Un aro en mi dedo y una promesa de vida.
No puedo amar el puño ensangrentado, no si vierte mi esencia.
No apartaré la tierra, me quedaré debajo, ya a salvo.
Vuelvo a nacer cada mañana al observar el fruto de mi ser. Por él sigo este camino, por él duermo en este camastro duro, por él pierdo la vida y vivo una vida sin vivirla yo: sin sueños, sin anhelos.
Un golpe, dos, tres, cuatro...
No puedo escribir poesía.
Poesía no eres tú.
Publicado por
MARÍA JOSÉ BERBEIRA RUBIO (Castelldefels) en su blog dondehabiteelolvido-airama
No hay comentarios:
Publicar un comentario