sábado, 7 de julio de 2012

LA VELADA EXISTENCIA DEL ALMA


A diario, sumergidos en la vorágine de nuestra vida repetitiva y, a ratos, demasiado
tediosa, nos olvidamos que tenemos un hálito intangible que trata constantemente de
ordenar nuestras ideas y, sobre todo, nuestras acciones. Llamémoslo Alma.
Cuando nos atacan las fuerzas del exterior, cuando nos hacen desfallecer en el
empeño de ser mejores personas, de ser más risueños, de desarrugar nuestras
frentes, de caminar con más decisión, deberíamos acudir a ese aire interior. El Alma.
Cuando somos perezosos, cuando la glotonería nos hace abrir la nevera de lo
insustancial, mirar bobaliconamente para arriba esperando el gratis maná de los
dioses, somos muy libres de asir con ambas manos ese invisible vaho de dentro de
nuestro pecho. El Alma.
Cuando en ocasiones nos aquejan falsos o mínimos sufrimientos y nos encontramos
encallados en la pasividad y no somos prácticos para hacer uso de nuestros propios
recursos, echemos mano al aura que tenemos, siempre, en reserva. Es el Alma.
Cuando sólo hincamos las rodillas pidiendo, cuando no exigiendo, soluciones para
nuestros problemas o cavilaciones, miremos para nuestros adentros, porque en
nuestras entrañas encontraremos una mina de poder. Es el Alma.
Y, cuando, inútiles y derrotados, desesperados y desbordados, no hallemos nuestra
mágica tisana para remedios, siempre tendremos la mano amiga de alguien que, con
confianza y desinterés, nos preste su potencia y sabiduría. Son las Almas de la
amistad. No seamos, nunca, pacatos o medrosos a la hora de demandarlas prestadas.
(Cuando los cendales de las tinieblas aún no se han disipado)

Marcelo Izquierdo. España
Publicado en la revista Oriflama 16

No hay comentarios:

Publicar un comentario