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ESPEJOS
Pasó el tiempo en el que tu cuerpo tu cara tus ojos, nuestros cuerpos, todos nosotros, éramos espejos calcinados. Espejos circulares con azules sabios y pacientes. Espejos cristal con detalles refinados y guarnecidos al calor de los días. Espejos rodeados de maderas sólidas, color miel y cristales flexibles y tiernos. De pronto, nunca se supo cuando, apareció la noche. Era la noche de los cristales rotos. Alguien quiso escapar de su cárcel de miel, su cárcel de espejos terribles en su perfección. Y el rostro los gestos los cuerpos, convirtieron sus curvas en cristales picudos cristales ajados. En el brusco soñar solo éramos arañazos en el vidrio con los destrozos de la pasión sangrando cara a cara. Derrotados. Pero solo era un sueño, la derrota.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÀNDEZ -Mérida-
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