Carilda Oliver Labra, labra, labra
labradora de amor y de pasiones;
no requiere labrar con azadones
la que sabe labrar con la palabra.
La novia de Matanzas, –también mía–,
la joven quinceañera permanente
le llega al corazón a cada gente
y sigue siendo joven todavía.
Carilda universal y matancera.
Quién pudiera Carilda, quién pudiera
quedar sembrado en ti como una planta,
dejar el corazón en un cuaderno,
asistir a la vida como eterno,
y habitar en el sur de tu garganta.
Orlando Parra Sosa. (Batabanó, Cuba)
Publicado en la revista Carta Lírica 40
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