jueves, 19 de julio de 2012

A LOS CINCUENTA DIJISTE


Dos viejos de noventa años besan sus ausencias riendo mientras se agarran las cabezas con dedos armentosos y con sus venas podridas a flor de piel. Sus lunares son el mapa de lo no olvidado. Esos viejos, ese pozo inagotable, se seca mientras en el viento la música de otros amantes sin pasión golpea los goznes del mundo. Dos viejos de noventa años son viejos pero su amor es eterno y besan sus ausencias. Él le dice, te pegarías un tiro al llegar a los cincuenta, dijiste. Pero no nos conocíamos aún, replica ella. Las vidas de dos viejos de noventa años aún son vidas.


GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-

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