domingo, 6 de mayo de 2012

MUNDO DE CIEGOS

Lograr quisiera un día
la bienaventuranza de los ciegos,
su independiente vínculo a las formas,
su abandono sereno.
Crear mi propio mundo, a mi capricho,
sin colores, sin luz, y sin espejos;
noche absoluta, donde las estrellas
permanecen dormidas; un misterio
descifrable tan sólo por las formas
que el tacto va leyendo;
por los aromas, generando flores
inmarcesibles; por el movimiento
del agua rumorosa, en surtidores,
que se desploma y huye entre los dedos;
un mundo de sonidos más variados,
mucho más perceptibles, hervidero
de notas, cantos, ráfagas, rumores,
que me ciñen en intimo aleteo.
Y la palabra. La palabra oída,
sin filtro en la mirada o en los gestos,
que desvirtúan el sentido puro
de cada pensamiento.

Y el tacto, esa visión quizá imperfecta,
mas elaboradora de lo bello,
pintor de diez pinceles
que ignora imprecisiones y defectos.
El tacto ve la piel, y la enaltece,
y ve mejor el alma quien es ciego.

Crear mi propio mundo, a mi capricho…,
mas, ay, sin ver tu rostro sobre el lecho.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Angeles-

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