martes, 1 de noviembre de 2011

POEMA






GUADALUPE

I

Dos enormes, gigantescos, árboles
flanquean la entrada a Guadalupe.
Hay que subir para que el monasterio,
fortaleza, nos hiera la retina.

La piedra es reina y señora.
Las flores se asoman a los balcones.
Las calles de gastados adoquines
huelen a miel y a bellota.

En el altar morena y pequeña
la Virgen de Guadalupe
viste dorado manto.
Las fuentes son surtidores
de fría y clara agua.

En la tiendas de la tierra
pan, dulces,
licor de bellota y vino de pitarra.

II

Verdor exuberante,
montañas exultantes,
cielo a jirones blancos y azules.

Hendiendo el aire torres de piedra,
de un castillo monasterio,
morada y feudo de una Virgen
pequeña y morena.

Calles de gastados adoquines,
flanqueadas por soportales pétreos,
huelen a flores y a tierra mojada.

En las tiendas,
abiertas al turista curioso,
cerámica, licor de bellota,
vino de pitarra, dulces y pan.


JOSÉ LUIS RUBIO

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