NOS DECÍAMOS...
Nos decíamos adiós
sin decirnos adiós.
La vida en fin de cuentas
es un constante adiós.
Nos demos o no nos demos cuenta,
seamos o no conscientes,
la desnuda verdad
es que nos despedimos;
que estamos despidiéndonos
instante tras instante
y no hay vuelta al ayer
por más que el hoy se vista de mañana
y el mañana, ya sin ayer ni hoy,
grite y llore, y llore y llore y grite.
Sí, nos decíamos adiós
sin decirnos adiós.
La vida, ay, la vida.
La vida, ¿qué es la vida?
¿Qué es este adiós constante
que nos lleva y nos lleva
a donde al fin nos lleva sin remedio?
Yo apenas creo saber
o, mejor dicho, intuyo
que lo único que cuenta,
si algo cuenta, es el amor, mi Amor.
Déjame pues decirte y decirte
y decirte que te amo y te amo,
contra todos los adioses,
desde este amante adiós
enamorado que son, amada mía,
estos amantes cuerpos
en que nos abrazamos y abrasamos,
ardiendo en vivos sueños
y estremecidas llamas de esperanza.
VEO
Veo rebrillar
en los ojos del gato
la libertad.
EL ZANATE
Negra negrura.
El zanate refulge.
Metal de plumas.
MATANDO
Me estás matando
a golpes
de fiera mala leche.
¿Por qué eres tú así?
¡Por qué, por qué, por qué¡
Dímelo, Vida.
Vida, dímelo.
¿Por qué tú eres así?
Me ves acorralado,
indefenso me ves
y sigues golpeándome.
Soy un pobre vencido
y tú sigues y sigues,
y sigues golpeándome
con fiera mala leche.
¡Oh, Vida, Vida, Vida,
que de nada ni nadie
jamás te compadeces¡
Tu paso es implacable,
y sólo se detiene,
si es que se detiene
-prestidigitadora
indescifrable-,
cuando nos encandilas
con las ciegas
linternas de la muerte.
JUAN CERVERA SANCHIS-México-
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Hace 6 horas
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