EN BADAJOZTras el cristal el Guadiana
recibe la lluvia de la mañana.
El puente viejo, de vieja piedra,
no se ve en la aguas,
no se ve, porque el espejo claro,
su claro espejo, se ha mojado.
Y el puente nuevo, brillante y fino,
no brilla al sol y se siente perdido.
En el parque, de altas palmeras,
que el viento mece y el agua vivifica,
columpios y toboganes se aburren
en la soledad silenciosa.
Llueve sobre una tierra reseca
donde, como en todas partes,
la miseria gritos arranca
al aire triste de la madrugada.
Y sin embargo, hoy sí, hoy,
llueve sobre Badajoz
y yo tras el cristal,
absorto, me hago gota
y desaparezco en el Guadiana,
sabiendo que llegaré al mar.
JOSÉ LUIS RUBIO
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