ESPERAMás cerca de Sevilla que de Cádiz,
perdida en la Sierra,
Espera,
crece a los pies de una vieja
ermita donde duerme,
tras un cristal,
el Cristo de la Antigua,
diminuto e inmenso.
Quise ver otra vez al Cristo
subiendo el empinado camino
y sudé copiosamente
por todos los poros de mi cuerpo
cansándome hasta el alma.
Pero el Cristo no quiso verme,
se encerró con siete cerrojos
y me tuve que contentar
con mirar los tejados de Espera.
JOSÉ LUIS RUBIO
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