PORTUGALEL Guadiana está ahí, tranquilo,
con un movimiento ondulante
que apenas mueve nuestros cabellos,
dejándose surcar por un barquito
que va y viene, viene y va,
desde Ayamonte hasta Vila Real.
Vila Real, blanco y pequeño,
espera a los viajeros, impaciente
porque necesita sus pesetas
para no irse muriendo al sol.
Al sol sonríen sus gentes
sencillas y agradables,
mientras los visitantes
van de una calle a otra
sin fijarse en los encantos
de esta blanca paloma portuguesa.
JOSÉ LUIS RUBIO
No hay comentarios:
Publicar un comentario