Y a pesar de todo. Te vuelvo a llamar
Así te invoco y te recuerdo.
En las flores, en la tarde y en el cielo.
Y te busco más allá de los infiernos
de este mundo.
Para amarte más que nunca . . .
y te descubro.
Y te descubro taciturna, bella
y cálida.
Encendiendo las estrellas
de miradas.
Y es la noche, un espejo,
de ternura reflejada.
Que acrecienta la esperanza,
de un mortal, desmoronada.
De un mortal que quiso que
lo amaras.
Que saltó las piedras y esquivó
las lanzas.
Que bebió los ríos e inundó
de lágrimas.
Y miró la luna tristemente pálida.
Tristemente pálida me invadió
el alma.
Y cubrió mis sueños de
negra mortaja.
Allí, donde duele más, te invoco
y estás.
Y a pesar de todo. . .
Te vuelvo a llamar.
Eduardo N. Romero -Argentina-
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