Tengo guardado para ayer
el último de mis pecados
Disfrutando una noche inolvidable de excesos y pasión
Perdido en los anegados espacios
de tu suculenta laguna
En la marisma de tu talle
que me lleva a ese mar profundo
con sabor exquisito a piel húmeda
En los pliegues que escurren
por eso cántaros llenos de miel
que me sabe a hiel
Un encuentro de dos aguas
en vertiginosa agresión,
el río y el piélago en una lucha de poder
Y al fin como “mantis religiosa”
me devoras por completo
no sin antes, satisfacer
nuestra antropofagia
ávida de sexo
Abraham Méndez -México-
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