En el fulgido axioma de mi mente y la ilusión,
etéreos son los mares misteriosos de mi alma,
que florecen del denuedo de mi amante corazón,
y envuelven mi ventisca en la ventura de la calma.
En níveo y “embrujoso” resuello de los vientos sacros,
resuenan valles en el reverbero de la flama,
y acrisola los cantos de los ruiseñores macros,
en el recital, concierto de la urbe que me inflama.
Y en el destino “ambareo”que alimenta mi razón,
apacible riada de rocío y enigma me amamanta,
subsisten los trigales, alfalfares, caracolas de algodón,
en el sublime canto del aedo que decanta.
Se estruja mi ser en la sollozante cerrazón,
turbulencia conspirante de ríos de nostalgia,
que invaden el temor de mi sollozante corazón,
que por instantes engulle, la nota de una canción.
Hortencia Aguilar Herrera -México-
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