Conocí una vez un pueblo
un pueblo muy pequeñito,
con sus casas derruidas
y sus historias dormidas.
Las historias nunca mueren
siempre se quedan dormidas
entre escombros y paredes
de las casas derruidas.
Había una vieja Iglesia
que nunca pude yo ver
porque sus puertas cerraban
no sé como ni porqué.
Junto a ella un cementerio
donde reposan los restos
de los hombres y mujeres
que formaron aquel pueblo.
En su plaza hay una fuente
apoyada en un pilón
donde el agua cantarina
refrescaba al campesino
que de sol a sol segaba
aquel amarillo trigo.
Tiene también una vega
hermosa, húmeda y fresca
donde sus enormes chopos
no dejan el cielo ver.
Cerca del pueblo pequeño
que un día yo conocí,
hay una ermita y un río
que juntos viven los dos
como dos buenos amigos.
Hace años nació un niño
en ese pueblo chiquito,
ese niño es hoy un hombre
y ese hombre, mi marido.
Carmen Adelantado
No hay comentarios:
Publicar un comentario