viernes, 4 de octubre de 2013

BALADA DEL INSOMNIO

La noche es un manojo de tinieblas.
Un gran, esperanzado, desesperado
manojo de tinieblas.
Cuando la sombra invoca mi pecho
yo comienzo a desentrañar fantasmas:

el lecho solo
que una vez fue carne amotinada,
las paredes que pinto con los ojos
hasta lastimar el gris y las pupilas,
los muebles dormitando memorias
en prendas inverosímiles,
leyendas del noble anzuelo
que desguaza un libro
en el panteón del velador,
y mi perra,
ortopédica casi,
viva como yo de vida sobrante...

Pero espero la penumbra.
Solo entonces
puedo mirar mi alma de frente
sin la luz que invade con su brillo los contornos.

NORA NANI
Publicado en la revista Ágora






La miro y le cuento los nombres,
los abandonos,
las tertulias del alba
—puro pájaro de bronce solapado—,
la miro y le apuro los instantes,
los desgrano,
los distraigo,
le juego olvidos en cofres de ordenador,
le gano,
me gana.

Hasta que el sueño
como un gran trapecio
me cuelga de su cintura
y oscilo bendita entre mundos dispares,
ya cayendo hacia lo alto,
ya cerrando catedrales de abismo,
fetalmente desafiante
y obstinada,
con píldoras que perforan mi orfandad
y me vuelcan
desnuda
hasta el sitio
en que todo desaparece,
me aplasta y me olvida.

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