EN UN PATIO LEJANO DE GRANADA
I
En un patio lejano de Granada
borda su pena en el mantón la abuela.
La tarde es un tapiz que se revela
en púrpuras de hiedra conjurada.
La copa triste del amor, quebrada
en la magia de luz que la desvela.
Verbena roja es el ayer. La estela
de aquello que no fue. Luna morada.
Costura y pena gris… Pena sombría.
La abuela (Lirio cárdeno. Poesía)
sigue bordando un sueño de jazmines.
Y en el lienzo en azul, la sombra acuna
el hechizo morado de la luna
desde un albo conjuro de violines.-
II
Salve el ocaso su candor de trinos
en el edén azul de la floresta.
Canta el churrinche… Su fulgor de siesta
exhala en frondas silbos purpurinos.
La abuela teje ensueños diamantinos
y la aldea y la viña -sombra enhiesta-
descalza en su memoria, en son de fiesta,
el cárdeno bemol de los caminos.
Y mira más allá –trigal la tarde-
la mansedumbre roja del verano…
Su voz se torna verso de labranza.
Sierpe la mariposa en rojo alarde
y desde el nido triste de su mano
vuela en torcaz su sueño, su esperanza.
PUERTAS (tríptico)
“Una soledad adentro. Otra soledad afuera.
Y en la puerta retumban tus llamados”
Roberto Juárroz
I
Siempre verás al avanzar la puerta
en el arbitrio de la luz que aguarda.
La vida acrece en el andar. Despierta
presta a la ley de lo fugaz. Retarda
tu huella en el atajo, que se advierta
la tierra henchida en cielo. Salvaguarda
fondo y figura de tu sueño alerta
en un final sin pena y sin cucarda.
Forja la dicha de vivir. Que el verbo
sea códice y fruto de tu entrega
para trocar en verso tus ocasos.
Confina el alma a vendimiar su acerbo,
que la esperanza fluye solariega
al devenir ebúrneo de tus pasos.-
II
Clavo mis ojos en el horizonte
y hallo del hombre el devenir, la anuencia.
Hallo el árbol de pie, el níveo apronte
de los días felices, sin la urgencia.
Pasa el río –misterio de Aqueronte-
y es enigma la vida. Fluido. Esencia
de otra música azul que escuda el monte
frente al bruno espejismo de la ausencia.
Lira y memoria soy… Ocaso y alba.
Tallo la piedra y el poema es canto.
Tallo el verbo y es alma, lumbre cierta.
Ígneo oropel, el verso que nos salva.
Somos tránsito y tiempo, mientras tanto
la vida fluye hacia la Noche incierta.
III
Fluye en torrente hacia la Noche incierta
como un río que pasa... Así es la vida.
Hallar el curso y encontrar la puerta
como un punto de cierre y de partida.
El hombre es tabla rasa. Imprime en cierta
mirada el orbe de su esencia henchida.
En la memoria, en la lozana huerta
madura el fruto… Es libre la caída
como un reloj de arena, cae su arcano
y es ley la noche. Mas la luz desvela
la infinidad absurda en sus despojos.
Duele un verso (Es paloma entre su mano)
Y todo pasa… y deja su alba estela
para el asombro niño de sus ojos.-
Del libro El cáliz de las horas, de JOSÉ LUIS FRASINETTI -Argentina-
Revista poética Azahar, nº 133
Hace 7 horas
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