La última y la primera promoción. Entre las dos 30 años de docencia en el Campo de Conil.
DESPEDIDADespués de treinta años
de tener la tienda abierta
esparciendo mis exiguos conocimientos
entre niñas y niños del campo
conileño llega el momento
de echar el cierre y buscar
otros lugares donde seguir sembrando.
No es fácil cerrar la puerta
así de repente sin sentir
que algo se desgarra dentro.
No es fácil empezar una nueva
aventura alejada de las risas
y la inocencia de quienes
se inician en la travesía
del primer aprendizaje.
Pero quedan los recuerdos,
que fueron muchos y buenos,
que nunca desaparecen
porque están grabados
a fuego en mi mente
y en mi viejo corazón.
Ellos me acompañarán siempre,
hasta el día que mis ojos
se cierran y se pierdan
en el tiempo infinito.
ME HICISTEIS LLORARMe hiciste llorar, Mª Carmen,
me hiciste llorar,
tú, aquella niña morena,
a la que enseñé a principios de los 80.
Convertiste la noche del 22 de junio,
en una noche mágica e inolvidable,
de las que se graban a fuego en el corazón.
Veros a todos allí, a aquellos niño
y niñas de los 80, rodeándome,
me emocionó haciendo
brotar de mis ojos
un manantial de lágrimas
alegres y luminosas.
Me hicisteis llorar, Mª Carmen,
me hicisteis llorar,
al cantarme aquella canción
que yo os mal cantaba
en las horas finales de clase
cuando vosotros y yo
estábamos cansados
del trabajo diario.
Me hicisteis llorar, Mª Carmen,
me hicisteis llorar,
las mujeres y los hombres del 2011,
aquéllos que el azar quiso
que yo les enseñara
en una sencilla escuela rural
allá por los años 80.
Gracias, Mª Carmen, a ti y a todos
los que hicieron del 22 de junio
una noche donde el recuerdo
se apoderó del espacio y del tiempo
llenándolo todo de magia y belleza.
JOSÉ LUIS RUBIO
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