Cuando ames, no digas que Dios está en tu corazón,
di que tus estas en el corazón de Dios.
Y no quieras regir el curso del amor,
será el amor, si te ve digno, el que regirá tu curso.
El amor no tiene más deseo que realizarse.
Pero si amas, y no puedes evitar los deseos, que ellos sean:
Fundirte, y fluir como el arroyo que susurra su música en la noche.
Conocer el dolor de la excesiva ternura.
Ser lastimado por tu conocimiento del amor.
Y sangrar voluntariamente, con alegría.
Despertar al amanecer con alas en el corazón
y dar gracias por un nuevo día de amor.
Reposar al mediodía, recordando el deleite amoroso.
Volver serena y dulcemente al hogar en el ocaso.
ARMANDO ARAZALLUZ
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