(Soliloquio hiperbrevísimo de adulto, hombre o mujer con vestuario normal, cotidiano, y en espacio cerrado, dicho a cámara. Intenciones, recursos de la voz, mímicas y corporalidades en general dependerán de lo que se dice, de lo que expresa la verbalidad.)
¿Acaso me he convertido en alguien que recoge chatarra? ¿Chatarra real o chatarra imaginaria, una chatarra de lo imaginario simbólico? (Pausa.) ¿Chatarra húmeda de sudor? ¿O húmeda de lágrimas? (Pausa.)
¿Por las calles y solares yermos? ¿O por los imprevisibles pensamientos, sentimientos y sensaciones de las búsquedas en territorio propio? (Pausa.) ¡Bien! No encuentro hierro oxidado o cobre deforme o bronce roto. Encuentro un brillante aro de metal, un aro de bicicleta ya sin los rayos, solo el aro y su círculo. (Pausa.) Mi entusiasmo, remembranzas e imaginación lo alzan frente a mí más alto que mi cabeza e imagino una luna llena brillando sobre la tierra, luego lo coloco delante a la altura de mi cintura e imagino una fuente o lago de agua limpia, después lo sitúo encima de mi cabeza e imagino un halo de luz que me alumbra, y hecho todo esto limpio de leve polvo el aro, lo acaricio y sonrío siempre ilusionado, decidiendo mejorar mis realidades: Por lo pronto el aro será juguete nuevo a proponer para niñas y niños.
Del libro Espumas de luces de FRANCISCO GARZÓN CÉSPEDES
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