Iba a entregar el alma y anocheció
conservo el recuerdo de todas las voces
no voy a cargar todo el dolor
las culpas estarán de vacaciones
limpiaré mi humanidad
estamos aquí para tocar la música del mundo
nos parecemos a nosotros mismos
nuestros días son de sol radiante
la muerte es un pasaje a una nueva vida
podemos no comprender nada
la fe nos lleva a creer en todo
no tenemos que demostrarlo
la intensidad aumenta el registro de nuestras voces
donde todos somos importantes
las llaves de nuestra existencia están en manos eficaces
todo es tan bonito
la aflicción es un pasatiempo
nos alimentamos en silencio
otras con coros que envidian hasta en el cielo
las piedras que alguna vez nos lastimaron
se convierten en pepitas de oro
los recuerdos de nuestra niñez son primaveras inacabables
dejamos de estar solos
no falta quien nos acompañe
paseamos nuestra mirada en un mar ilimitado
Gonzalo Suárez
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