Una lágrima inmóvil y cansada
sólo espera que la dejen salir.
Quiere surcar el rostro varonil.
Desea mojar la boca angustiada.
Los ojos se resisten a soltarla
ni se atreven, siquiera a sonreír.
Solo aparece en el borde sutil,
enmarañada en las ralas pestañas.
Para consolar a esa alma aliviada,
que ya mismo termine de sufrir
…se propone dictarle una enseñanza.
Que su mente solo piense en mañana.
Que deje al pasado, presto partir.
…y allí, la gota rueda por su cara.
INGEL LAZARET
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