miércoles, 25 de mayo de 2016

SOCIOLOGÍA TERRESTRE


Nunca pensé que estudiar sociología me resultaría apasionante. En especial, porque he tenido que incorporar nuevas herramientas tecnológicas a mis estudios. Entre ellas, la expansión de redes, que no es otra cosa que un pulso que se envía al espacio, una especie de ola que, cuando se recoge, trae consigo las ondas de comunicaciones de miles de billones de años luz a la redonda, alcanzando, precisamente, el objeto de mi estudio: un lejano planeta azul llamado por sus habitantes Tierra.
Nuestro planeta, pese a contar con increíbles adelantos, aún no resuelve el paradigma de viajar por el espacio superando la velocidad de la luz, aun cuando, estudios recientes indican que posiblemente en un par de décadas el tema pueda ser resuelto. Mientras, me entretengo estudiando la sociología
terrestre, ocupando la expansión de redes, con la cual he podido hacer seguimiento a las costumbres y usos de la raza terrestre.
Y para tal efecto, he elegido las redes sociales, tan en boga en aquella sociedad, y que según las leyes formuladas por nuestros estudiosos, es un fiel reflejo de cualquier grupo humanoide con cierto grado de desarrollo.
Cuando inicié mi seguimiento, me decidí por el mayor conjunto de datos que presentaba el sistema, aquellos caracterizados por la extensión “onion”.
Ha sido lamentable lo que he podido descubrir al respecto, visitando páginas y estableciendo algún contacto, haciéndome pasar por un terrestre.
Esperaba más del planeta azul. Mi desilusión ha sido tan grande que, incluso, había acariciado la idea de abandonar la carrera. Sin embargo, mis maestros me han persuadido que todo lo que pueda averiguar desde el punto de vista social del planeta, será de interés en el futuro, cuando se materialice un primer contacto. Convencido, me he enfrascado en mis investigaciones, aun cuando, yo no esté de acuerdo con tantas patrañas, en especial las referidas a los hombrecitos verdes. ¿De verdad los terrestres nos imaginan así?

Jaime Magnan Alabarce (Chile)
Publicado en la revista digital Minatura 148

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