Coloquemos en el escenario los drammatis personae:
una pordiosera anciana, su perro, enflaquecido,
tan sucio como ella,
una joven mujer, triunfante en un certamen de belleza
que asciende a su automóvil,
las hojas del otoño arrastradas por la noche,
la luna, cuarto – menguante en las alturas,
la radio trasmitiendo un discurso político
del intendente nuevo,
un afiche proclamando el regreso triunfal
de un grupo de cantantes
y algún triste cronista
apercibiendo el conjunto de hechos
entretanto desmenuza su propio infortunio:
los padres fallecidos, el hogar al que no vuelve
dada su desnudez oprobiosa,
y, en la esquina, un ángel junto a Dios
llorando y abrazados,
sin fuerzas capaces de impedir
el suicidio de cuantos hollaran las encrucijadas.
Del libro “Penumbra sin vos y luminosa voz de vos” de
Carlos Enrique Berbeglia -Argentina-
Compartido por Rolando Revagliatti
No hay comentarios:
Publicar un comentario