Por haber regresado del averno, ahí ya no volveré. No es lugar para dos temporadas.
¿En qué círculo designado por su sino vagará rondando él, su segura eternidad?
Basta de atropellos a la razón pura kantiana. Ya no más atrevimientos.
Veamos a lo lejos las ciudades de la gente sencilla, como cajitas de plástico sin doble fondo, pero con cerraduras inviolables.
Hay que mirarlos sin aproximarse, o sus habitantes acudirán a la gendarmería brutal.
Desde cierta distancia, sí.
Apreciaremos luces que alumbran tras los postigos y las celosías.
AURORA VENTURINI -Argentina-
Publicado en Fuegos del Sur
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