viernes, 27 de mayo de 2016

LA PAZ SI, PERO... (VI)


(Artículo de 1919)

La postración de Francia

     Se argüirá que la postración de Francia ocasionada por la guerra exige estas mutilaciones y reparaciones por parte de su agresora Alemania… Convenido en que hay que salvar a Francia. No hay nación alguna por cuyo florecimiento nos preocupamos más. Basta tener un poco de cultura, basta haber hojeado un poco la historia en sus más culminantes, en sus más dramáticos momentos; basta sentir un poco de reverencia por las más alta conquistas del espíritu humano, para ver en Francia, no una nación cualquiera con más o menos población, sino una especie de maravillosa orquídea hecha de las más finas esencias y decantaciones del espíritu humano. ¿Quién que ame, quién que luche más allá del manduqueo cotidiano, no ve en ella algo delicadamente íntimo y grato al corazón como un aroma de hermana o de novia?...
     Pero, ¿es que para salvarla a ella hay que inmolar a Alemania? He aquí la cuestión. No hay que haberse tragado toda una biblioteca de Economía y Sociología para ver bien claro que hoy (no “ayer”, sino “hoy”), los intereses de los dos países vecinos están de tal suerte ligados, que es imposible darle una puñalada a Alemania sin abrirle a su vez tremenda herida a Francia y viceversa. ¿Le ata usted las manos a Alemania para que no salga a colocar sus artículos en el exterior? Pues paralizó usted ipsofacto la industria alemana y la llevó a la bancarrota y de la bancarrota al caos. Y de este caos, todo puede salir menos el dinero reparador de Francia. Antes, al contrario. Lo probable, lo cierto, es que del fuego, conmoción o descomposición de este caos le tocaría inmediatamente su parte –y no pequeña-- a Francia.
     Pero es –se me dirá—que Francia misma se vió cargada de una inmensa deuda que le impuso Bismarck, y no sólo pudo pagar sino que se repuso y se enriqueció. Muy bien. Pero veamos ahora si estamos en los mismos tiempos en que fue posible esa milagrosa restauración de la enferma Francia. ¿Son iguales las circunstancias? ¿Le es ahora posible a Alemania el ponerse a trabajar callada la boca, como hizo Francia, para pagarle hasta el último centavo a su vecina? Cualquiera sabe que no, que ha llovido mucho desde aquellos tiempos, y que si Francia contó entonces con sus legiones de trabajadores –labriegos, artesanos, jornaleros—que mansamente y frugalmente se consagraban a la diaria faena de seis a seis, ya no se puede, ni en Alemania ni en ninguna otra parte, repetir el milagro, sencillamente porque aquella legión de mansos y frugales trabajadores de entonces se ha evaporado ya. Para bien o para mal ( no discutamos eso ahora), aquellos excelentes hombres de faena han aprendido el camino de la huelga y del mitin, cuando no del motín, y así, la gota del sudor que antes le salía al patrono hacendoso por una bicoca –poco más, poco menos que la del caballo—ahora le sale al mismo buen patrono, cuando la consigue, por un ojo de la cara.
     Y como hay que apechugar con las cosas, malas o buenas, tales como están, y no como debieran estar, resulta claro como la luz que, o es falso todo cuanto nos dice el cable constantemente de la creciente agitación obrera en el mundo y especialmente en Europa, o es claro como la luz que, al prescindir en sus arreglos de tan notorios factores de la moderna economía mundial, los Supremos Arquitectos de la Paz han arado en el mar.

Publicado en el blog nemesiorcanales
Compartido por Osvaldo Rivera

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