Al despuntar el alba, con sus tenues rayos,
he despertado de un bonito sueño, donde tú y yo,
caminando como antaño, estrechándonos las manos,
por caminos de esperanza, nuestros pies volaban,
llenos de ilusiones, que el cielo nos pintaba, allí,
donde un añoso árbol, nos juramos amor eterno.
Pintando sonrojos de doncella en tu fresco rostro,
nuestros corazones latieron con silencios de amor,
en el tiempo demorado, y las flores de mayo, cuando,
tus pupilas de manantial cristalino de Chicmo, en donde
mi alma miraba nuestro futuro, de caminantes del destino
por los celajes floridos de tus valles, y el velo sutil,
de tu catarata, te vestía de novia etérea, pura e inocente.
Amada mía, quisiera que a tantos años que partimos,
cada uno por su camino, hagas un alto en tus quehaceres,
y lleves tus suaves manos a tu cálido pecho, y por un
segundo siquiera escuches los latidos de tu noble corazón,
y en cada campanada de él, oirás los gritos de mi alma,
que te recuerda en el azul inmenso del Universo, porque
los años pasaron, pero la pena se selló en mi cuerpo.
Con la luz de tus ojos sigo caminando, con la alberca
apacible de tu sonrisa mueren los olvidos, con tus caricias
sembradas en mi piel, respiro el aire que me dejaste,
efimero aleteo de paloma, brisa que acaricia nuestros recuerdos,
son las reminiscencias, que mi pecho atesora, con infinito
y subyugante embeleso, que arden en mis entrañas, y no
he podido olvidarte, y han pasado tantos años, y no nos
hemos visto, pero la llama sigue encendida.
Eres esa golondrina que emprendió extraños caminos, donde
el destino selló nuestra suerte, y en tus silencios y olvidos,
las nubes se hicieron lluvia de lágrimas, el zorzal cantó
su más triste melodía, y en nuestras vidas germinaron retoños,
pero estos recuerdos que no me abandonaron, siguen, aquí,
en lo mas profundo del alma, como un canto a la gloria eterna
de tus amores que no olvido, y que envuelven a mi espíritu,
por los senderos caminados y por caminar.
Quisiera encontrarte algún día, para acariciar el florido
rosal de tus lánguidas manos, beber del rocío de tus repirar,
acunarte dulcemente en mi pecho y escuchar la sinfonía
de tus latidos, esos repiques que se impregnaron en mis sentidos,
y me hicieron el hombre mas feliz de la tierra, con la esencia
avasalladora de tu magnética atracción, a la que sucumbí,
y me mojaron con la fina llovizna de tu bendito amor.
Amada mía, mira el infinito azul cielo, entre estrellas lejanas,
entre la luna y la danza de las nubes, allá estará pintado
con los colores de mis sentimientos, nuestro amor del pasado,
y cuando veas una estrella fugaz, verás mi alma, que te
añora, verás el amor que nos fue esquivo, y trozo cada página
de nuestro libro, allende los hados se detienen, y la esperanza
de transforma en desilusión, donde el amor se vuelve olvido.
Ese amor, que vuela en el insondable vacío eterno, no murió,
sigo recordándote, chicmina de las praderas, y tus recuerdos
son el canto del mirlo que siente mi alma, es el viento que
acaricia tu jardín, y entre pétalos y hojas me quedaron tus espinas
clavadas en mi corazón, y en el rocío que llora la diana,
y el sol de medio día, están tus recuerdos que no se fueron,
y en el polvo de los senderos, creo ver tu talle y tu rostro,
que me sonríe y se diluye en la amarga realidad, que me
envuelve siempre cuando te pienso cuando me asaltan
tus dulces recuerdos, y caminante soy de mi camino, porque
CAMINO A LA LUZ DE TUS OJOS ANDAHUAYLINA.
Azhydor Ozras OBrien -Perú-
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