Un camión de mudanzas y trasportes de muebles
pisotea unos carteles publicitarios de un verde escondido
sus ruedas rugen de rabia y costumbre.
El conductor del vehículo es un tipo peculiar
su barba no es de tres días
y sus hombros rozan sus orejas.
Cuando nadie mira el camión da marcha atrás
casi me convierte en una planicie y en un chivato,
soy el héroe de las miradas y los encuentros.
Cada uno huye del encuentro
el camión carga con el conductor
los carteles publicitarios con su tortura
yo con mi historia y mis deberes hechos
miro a lo lejos y parece que el camión me guiña un ojo
luego gira a la derecha.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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