lunes, 2 de mayo de 2016

A MI MADRE QUERIDA.


A mi madrecita santa y bella
que ya no se encuentra a mi lado,
quiero escribir esta prosa
escrita con el corazón abnegado
para la más sublime estrella
porque entre todas es la más hermosa.
Quiero agradecer mi existir
y el don divino que de ti heredaba,
cuando, según mi recordar,
me deleitaba tu escribir,
mientras de tus pechos me alimentaba
y el alma de poeta hacías germinar.
Madrecita, estrellita guía
de mi claro y derecho sendero,
que con tesón para mi labraste
en condiciones muy impías
forjando mi carácter verdadero
de hombre recto que en mi forjaste.
Recuerdo tus duras correcciones
a mis locas travesuras infantiles,
y que gracias a ellas hoy te doy
con gratitud y dulces emociones,
¡sí madre!, gracias te las doy por miles
porque sin ellas no sería lo que soy.
Aún después de tu infausta partida
que ha lacerado mi vida triste,
desde el mismo día que marchaste,
pues sé que desde estrella suspendida
vigilas que cumpla con lo que me diste
de escribir mis poemas, como me enseñaste.
Por eso, hoy, con vehemencia te digo
tú eres lo más bello de este mundo
porque soy cautivo de tu vientre,
y el mismo Dios será mi testigo
cuando de miel tu nombre yo inundo
y por fin, a tu lado yo me encuentre.
Para mí el día de las Madres
no lo encierro en fecha señalada,
pues te rindo mi homenaje diario,
igual que lo hago con mi padre,
al despertarme cada día y su alborada
pues cada amanecer es tu aniversario.

ROBERTO BATISTA PARGAS -Cuba-

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