Han pasado casi mil años, y seguimos en tiempos de cruzadas y de yihad o guerra santa. Occidente contra Oriente por la hegemonía en el mundo.
Ahora Obama se erige en el papa Urbano II, o en Gregorio VII, y sus adláteres son los reyes de Inglaterra, Francia, Alemania… Y el enemigo, los sarracenos del estado islámico, que avanzan, paradojas de la historia, por los mismos caminos que lo hicieron sus antecesores del siglo X.
Sigue siendo una guerra de religión, pero ahora los móviles de esa religión son económicos y geoestratégicos; petróleo, gas, control de las comunicaciones marítimas y terrestres.
Los unos llaman a los otros invasores, los otros denominan a los unos terroristas, pero sigue siendo el mismo mensaje que se lanzaba por parte de los líderes medievales.
Nadie ha de engañarse. No solo es una guerra en toda la regla, con bombas, fusiles, blindados y muertos. También es una batalla propagandística donde los unos son los buenos y los otros son los malos. Y en todas las guerras, y en todas las campañas propagandísticas, la verdad es la primera víctima.
No, Obama y occidente no son los liberadores, sino los cruzados ávidos de botín y rapiña. Y tampoco el estado islámico es la panacea para la liberación de los pueblos árabes, porque no se puede libertar bajo amenaza y terror.
Esta guerra la ganarán los de siempre: aquellos que fabrican las armas.
Francisco J. Segovia -Granada-
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