El botijo, ese botijo que calmó la sed de tantas gentes añoradas que, hoy, si ser pieza vital, sigue siendo añorada. Me llevas a tantos recuerdos, botijo, que me agradaría invertir el tiempo y beber de tú agua que en realidad mi sed saciaba y en ese transcurrir del tiempo mi mente, de ti, no se siente olvidada.
Eduardo José Soto
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