sábado, 3 de mayo de 2014
UNA PESADILLA
A veces sueño que sueño y que, dentro de ese sueño, tengo una pesadilla. El mundo es un círculo cerrado por un alto muro creado por un demiurgo que no quiere que salgamos más allá de ese límite material.
En una torre central, alta como las ilusiones que uno se marca y casi nunca se cumplen, un ojo inquisidor, enigmático y eterno observa sin el menor pestañeo las leves figuras que nacen, crecen y se desvanecen en apenas un suspiro, sin dejar otra huella que una fútil imagen en un espejo que se rompe nada más nacer un nuevo alba.
Pegados al muro, cien millones de leprosos raspan sus paredes buscando menos hambre. Aquí y allá, dispersos y envueltos en harapos, cien millones de nómadas se acurrucan en los huecos apenas abiertos en el gran muro, intentando refugiarse de la sombra y de la luz que quema con demasiada insidia.
La pesadilla sigue, entre vuelta y vuelta en la cama, y ese muro se repite sin cesar y crece, crece, aunque lleguen el alba y el despertar.
Francisco J. Segovia -Granada-
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