Adonde han quedado
aquellas mariposas
que sentía en mi panza
cuando tú hablabas conmigo.
Guardadas allí
desde que nos conocimos
y ahora permanecen calladas
sin hacer ruido.
Donde está el aletear
indescriptible que
cuando solo al escuchar
tu voz, se encendían.
Ya no se despiertan
porque están dormidas
desde que tú me dejaste
sin una despedida.
Donde se esconden
que ya no palpitan
y por más que quiero
ese palpitar ensordecido está.
Será que solo tu voz
las hacía despertar
aquella que producía
en mí el dulce revolotear.
Adonde han quedado
esas mariposas
perdidas en el tiempo
junto al reloj de mi vida
al que miro continuamente
esperando ver pasar las horas
y que vuelvas a mi encuentro
como sino te hubieras ido nunca.
Aquellas que permanecen
encerradas en mi vientre
mudas, inertes, muertas
hasta que tu voz las reviva.
Diana Chedel -Argentina-
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