Su vientre explotó en mil luces fugaces
sus colores inundaron la habitación
blanca, fría y sin alma
sintió su ser que se daba por completo
percibió el vacío, tuvo una pizca de miedo
pero ahí estaba, ansiosa, cubierta de sudor
gozando y sufriendo ese dolor que la abrazaba
la recompensa era grande
era un premio a su ilusión
un pequeño préstamo del Universo
y al abrazarlo, al sentir su respiración
olvidó todos los desvelos y sinsabores
porque al fin podía tener en sus brazos
a esa luz que la alumbrará por siempre.
Roxana Rosado
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