Una grieta en el agua,
una adormidera de cuarzo encima de un despertador,
cartílagos en una mochila,
un revolver de estaño en el neceser de las joyas,
un vaso de vino en lo más profundo de la selva,
un hijo de la ira, ebrio,
huir hacia lugares cercanos,
cenizas en el espejo del pasillo,
brisa entre piernas temblorosas,
acariciar motas de polvo,
huir del frío de las horas que pasan
pellizcar la desnuda luz de un charco de tinta
la extrañeza de las grietas en el corazón.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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