“¿Cómo quiere que lo mate, si siempre ha estau trabajando?
tirando siempre del carro, y cargau como “por tanto”.
Mire sus ojos, patrón… es que no le dicen nada?
Si es como si le preguntara si no se acuerda del riacho,
cuando tirando sacó al novillo medio ahogado.
Parece que le preguntara si no se acuerda del barro,
cuanto barro pisoteó, pa´ que usté arme su rancho.
…Y cuando usté se casó?... y trajo la patrona al campo?,
quién tiró la jardinera desde el poblao hasta el rancho?
…Y cuando se enfermó el Fabián?... Cuando tenía dos años,
quién galopió cinco leguas por los senderos del campo
pa’ llegar hasta la casa del dotor, en el poblado?
… con esfuerzo de titán, tirando siempre del carro?
Hoy, el “percherón” ta´ viejo y para colmo quebrado…
él nos mira con ternura y con cierto desencanto,
… usté me obliga a matarlo y él a usté lo quiere tanto!...
él a usté le ha dado todo y ahura usté quiere matarlo!
No llore, patrón, no llore… pero déjeme abrazarlo,
que este indio viejo agradece este gesto tan paisano.
A un amigo no se mata, mucho menos a un hermano,
y su hombría y su valor, usté me está demostrando
ahura va’ ver que se cura!... y tiene… percherón pa´ rato!.”
INGEL LAZARET
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