Un círculo de piedras en tu ombligo
-dos labios- y la llama de una lumbre,
el sol sobre las nieves de la cumbre
en un alud de carnes sin postigo.
En un temblor de párpados persigo
el cielo de la flor, la piel de alumbre
de tu boca de hormiga en la costumbre
de inventar otras muertes para el trigo;
otra luna, otras vidas para el beso,
y te quedas mirándome a los ojos
en la mortal resurrección del sexo;
otros placeres, otros desalojos
donde dejar caer mi cuerpo en peso,
sin dejar de besar tus labios rojos.
Antonio Ramos Olmo -ESPAÑA-
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