Todo el desierto se extiende, silencioso y fatigado,
bajo el calor de la tarde.
Sólo el añoso caldén,
amparando tu memoria, oscurecida y callada.
Un matorral de chañares interrumpe la llanura
y una vez más las achiras rememorando el pasado.
Aún resuena en tu pecho el tropel enceguecido
y aquel creciente rugir del malón desenfrenado.
Nubarrones que se alzaban, confundiendo el horizonte.
Todo el horror …, el desconcierto …
y de repente: nada!
Cuando entreabriste los ojos,
aquella mirada oscura, profunda, penetrante,
hizo correr por tus venas
mezcla de miedo y confianza …
El Gran Cacique Painè te llevaba entre sus brazos.
No supiste de tu padre,
la carreta, los caballos …
Sólo vos , Francisca Adaro,
refugiando tu dolor
en aquel pecho araucano
Del libro Cautiva, Francisca Adaro de
Irma Droz -Argentina-
Publicado en la revista Mapuche
No hay comentarios:
Publicar un comentario