Tú, poeta, eres y serás como cuerpo de luna amada.
Vas a heredar la muerte. Cada emoción posible y su agonía.
El relámpago abre el cielo, quizás muy brevemente,
y da la desnudez, la verdad que te mata.
O te lo explica todo.
A ti te amaré, como a tu madre.
Por eso te ofrezco la promesa; doy mi testamento.
¡Voy a revelar el origen que tienes mi causa!
Tú quieres ver el cimiento y el semen de las cosas.
Porque así lo quisiste, te amaré.
Tú vas a verlo todo, poeta.
Lo has pedido y yo cumplo
a quienes así me solicitan.
Pediste exactamente lo que quieres:
digno eres de luna.
«Hazte mi canto con verdad desnuda».
Cántame. Y procedí con mi promesa:
Te haré profeta.
El sol que ha de matarte con su rayo te dará
el oficio misterioso. Ese es el precio.
Cántame hasta que yo te diga.
Voy a quitarte la vida de repente, voy a sacar
del vientre de tu asombro el poema pavoroso.
Tú hablarás de mis gestas y placeres.
Yo fundaré el habla de tu canto
y al don de tu tristeza,
lo transformaré en continuas
y sucesivas alegrías.
Carlos López Dzur -Estados Unidos-
Publicado en Suplemento de Realidades y Ficciones 60
No hay comentarios:
Publicar un comentario