Si los niños se entretienen
escriben su propia historia.
Con sonrisas y con bromas
van trazando su camino.
Nunca sueltan al amigo
y se encuentran tan gusto
en ese inocente mundo
donde siempre están unidos.
Comparten sin egoísmo
soldaditos y pelotas.
Ensucian toda su ropa
disfrutando de sus juegos
aún sabiendo que luego
en su casa lo reprendan
y una ruda reprimenda
los acerque a los cuadernos.
Cuando adultos, con el tiempo,
como sujetos maduros
extrañarán lo más puro.
Recordarán con cariño
a su universo de niños.
A su bolsa de bolitas.
Evocarán de por vida
para siempre a los amigos.
Y en un gesto conmovido
les brotará una sonrisa.
INGEL LAZARET
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