Nuestro conejo Toty
a veces, pega mordiscos
al primero que se le acerca.
Está más salido
que el pico de una plancha.
No está triste y solo
en su jaula-apartamento,
está caliente como una perra.
Cuando se aburra de su calentura,
se dedicará a morder los barrotes de su jaula.
Triste sino el mordisquear heno
e imaginar, digo yo,
que su vida ha sido intensa.
Más intensa que sus primas las liebres
que se arrimaron al arroz que parecía con pollo.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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