domingo, 30 de marzo de 2014

PRISA


Tenía que llegar a tiempo
al Colegio. Crucé primero
a Francisco, un exalumno
cordial, memorioso de mí.
Muy poco me paré. Luego
saludé moviendo el brazo
al buen compadre Mariano.
Por fin, otra antigua alumna,
Carolina, dejó en mi mejilla
un suave beso. Mi necedad
no me concedió paladear
la dulce voz de mis amigos:
¡todo por vil metal!

Raúl Lavalle
Publicado en la revista Literaria

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