¿Quién ha dado el soplo?
¿Quién ha pagado por ello?
¿Quién ha seguido las pistas?
¿Quién ha unido los indicios?
¿Quién ha proporcionado la información?
Alto, gafas, cabello castaño,
flequillo caído sobre la frente,
algún que otro grano inoportuno,
delgado, mentón algo notable,
barba demasiado dura y cerrada,
voz profunda y penetrante,
manos grandes, dedos gruesos,
sin nada que acariciar,
las uñas rotas,
largas extremidades,
boca pequeña sin nada que besar,
cejas pobladas.
Una persona como otra cualquiera.
¿Acaso esperabais algo
fuera de lo común?
¿Acaso esperabais un Dios?
El detective
estaba disfrazado de mujer.
El poeta ha intentado ocultarse,
ocultarse de cualquier indicio de mujer
entre cientos de personas,
pero ha sido capturado.
Ha sido condenado,
Sentenciado a ser poeta.
El trabajo
ha recaído de nuevo sobre él,
como las tablas de la Ley
sobre el pueblo de Moisés.
Las mujeres lo han obligado a ello.
Creía que podría escabullirse,
pero ahora es demasiado tarde,
ya no hay escapatoria.
El poeta ha sido descubierto.
Del libro En pie de tregua de
DANIEL GRANADO PULIDO -Cádiz-
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