Vuelvo a ser
el pájaro que vuela,
la ola que se deja caer lasciva,
sobre la arena de tu cuerpo,
a mentir y a decir la verdad,
mi eternidad no dura nada,
los millones del sol,
miran mi invierno con sorna,
mi promesa, "te querré eternamente"
-mi pobre y fugaz eternidad-
se recoge en hilván,
de un soplo de viento,
al amanecer,
de este cielo que creo tocar
en una sola caricia
mientras aleteo por el universo de tu piel.
Mabel Escribano
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