—¿Otra vez? Pero será posible ¡otra vez! —gritó Víctor arrojando la oreja al foso—. Necesito la mano de Van Gogh.
—Está bien, Doctor Frankenstein, no volverá a ocurrir —contestó Franz retirándose.
Gabriela Baade -Argentina-
Publicado en la revista Ficciones Argentina-
No hay comentarios:
Publicar un comentario