miércoles, 4 de septiembre de 2013

ROPAS

Pobres las ropas tiradas por el cuarto.
Nadie pensaría que han vagado por las calles
llevando en su interior la conmoción, el espanto,
los ruidos quebrados del viento
cantando desnudo en los bosques lejanos.

He allí sus gestos sobrecogidos,
su crispada tensión, sus pliegues desordenados.
Parece que aún tuvieran temor, o vergüenza,
que quisieran rebelarse contra su aciago destino,
aquel obscuro deseo de ya no seguir siendo.

Amanece en la habitación y están temblando.
Ellas han querido perpetuar la noche
reptando hacia los rincones donde la sombra dura,
y maldijeron al sol y a las aves matutinas,
y se odiaron a sí mismas llenas de botones.

"En verdad, amigas mías, afligidas vestiduras,
también vosotras tenéis derecho a abandonarme.
Sólo mi piel quiere amarme y se adhiere férreamente,
pero entiendo que me acechan las traiciones".
Eso parece que dijo una voz desde el lecho.

Entonces lloraron las ropas diseminadas,
y volvieron a sentir vergüenza, llenas de miedo,
y corrieron asustadas hacia los bolsillos
donde hallaron las manos heladas de un moribundo
aferradas a la tela desesperadamente.

ULISES VARSOVIA
Publicado en la revista Fuegos del Sur

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