jueves, 5 de septiembre de 2013

INCORDIO

El demonio fue a la entrada y le dio al ángel que hacía guardia cuatro bofetadas, le tiró del pelo al tiempo que chillaba obscenidades en su oído, le arrancó el vestido para después mofarse de sus atributos, metió el pulgar en un ojo sin pupila, restregó la pezuña en los bien formados pies, y le dio la espalda sólo para, inclinándose, mostrarle la cara burlona entre las abiertas patas, mientras sacudía en el aire un dedo sucio de excremento. Pero ni con todo eso consiguió llamar la atención del centinela, que apenas si hizo un leve gesto como para alejar a una mosca.
Cansado, el demonio se sentó sobre una piedra.
-Esperemos pues. Puedo esperar. Llegará el día en que bajes la guardia. Dentro de un año, dos, dentro de un siglo, diez. Una distracción, un pequeño descuido, y pasaré, ¡cabrón!

Ricardo Cortés Pape (España)
Publicado en la revista digital Minatura 124

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