La llama de la vela flameaba en la
oscuridad mientras pasaba el testigo de
su luz a otras tantas velas apagadas que
enmarcaban la habitación. En el centro
se hallaba el altar donde se produciría el
sacrificio. Ya todo estaba listo para la
filmación. A la señal del director, los
actores elevaron la daga en gesto ritual
y una negra sombra apareció
aterrorizándolos, abalanzándose sobre
ellos hasta ahogar sus gritos en un
torrente de sangre. El demonio nunca
faltaba cuando lo convocaban para una
película de terror.
Sara Lew (Argentina)
Publicado en la revista digital Minatura 124
DE FACEBOOK - 6745 - OBSESIÓN
Hace 10 horas
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