Desde muy pequeña había tenido cierta obsesión por los libros, obsesión a la que sus padres no le veían un futuro prometedor. Devoraba cualquier volumen que cayera en sus dominios, sin importarle tema o autor. Eso sí, prefería los títulos que contuvieran el sonido /k/, cuanto más veces mejor, ignorando la razón de esa predilección. Buscaba por las estanterías de la extensa biblioteca los ejemplares más aptos para entretenerse toda la noche.
Desgraciadamente, la adquisición de una nueva laca anti cucarachas acabó cierto día con su voracidad lectora, cuando aún no había terminado de engullir las obras incompletas de Franz Kafka.
Atillano Sevillano (España)
Publicado en la revista La Urraka 32
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Hace 1 día
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